INSTITUCIÓN EDUCATIVA TÉCNICA MEDALLA MILAGROSA
CHAPARRAL
TOLIMA 2020
TALLER DE EDUCACIÓN RELIGIOSA ESCOLAR Y ÉTICA
GRADO: 10° HORAS: 8 horas TIEMPO: Cuatro semanas
SABERES: SENTIDO RELIGIOSO DE LAS GRANDES
RELIGIONES DEL MUNDO
LOGROS: Confronta de manera crítica el sentido de la vida expuesto por la
doctrina cristiana con el de otras religiones y filosofías que ayudan a
cimentar el proyecto de vida y realización del ser humano.
Elabora
conclusiones relacionadas con las semejanzas y diferencias entre las distintas
religiones y llega a compromisos relacionados con la vivencia de su propia
creencia religiosa.
DESCRIPCIÓN DE LA ACTIVIDAD:
ACTIVIDAD # 1
1.Leer detenidamente el tema # 1 subrayar con un color las frases o la frase que le cree inquietud o sea nueva para usted.
1.Leer detenidamente el tema # 1 subrayar con un color las frases o la frase que le cree inquietud o sea nueva para usted.
2. Visualizar el cuadro sobre las Religiones y
elegir TRES de las grandes religiones del mundo para ser consultadas y precisar
por escrito- (en un cuadro) lo que se dice del origen del ser humano y de su
fin último, su ser superior, la forma de orar a dirigirse a él, los lugares de
culto o celebraciones religiosas, los valores o virtudes que defienden o
inculcan en sus seguidores, las principales normas o reglas de vida y en donde
se encuentra escritas.
ACTIVDAD # 2
1. Leer detenidamente el tema # 2 CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA DE JESÚS y elaborar un cuadro con la misma información solicitada para el trabajo anterior.
2. Redactar cinco diferencias y semejanzas de las religiones estudiadas y la Religión Cristiana.
ACTIVDAD # 2
1. Leer detenidamente el tema # 2 CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA DE JESÚS y elaborar un cuadro con la misma información solicitada para el trabajo anterior.
2. Redactar cinco diferencias y semejanzas de las religiones estudiadas y la Religión Cristiana.
3. 3. Con
ayuda del Video escribir tres
conclusiones a las que ha llegado con esta actividad y los compromisos que la
profundización de este tema te han sugerido.
MATERIAL DE
TRABAJO:
TEMA # 1: EL
SENTIDO DE LA VIDA EN LAS GRANDES RELIGIONES
Las grandes religiones del mundo se cuestionan desde sus
orígenes por el sentido de la vida: ¿qué razón de ser tiene nuestro paso por el
mundo? ¿Para qué vivir? ¿Hacia dónde vamos después dela muerte? Las diferentes respuestas
religiosas tienen la creencia en seres superiores a los seres humanos, dotados
de conciencia y voluntad por lo que es posible invocarlos en las necesidades
humanas; ellos son quienes guían los destinos del ser humano. Se ofrecen además elementos para que sus fieles miren la vida
después de la muerte desde diferentes ópticas: unas religiones asumen la
resurrección como final de la existencia, otras creen en la reencarnación,
algunas dejan sin resolver ese aspecto en el campo religioso y lo consideran desde el punto de vista filosófico.
TEMA # 2: CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA DE JESÚS (Cristiana Católica)
“Los cristianos creemos en un solo Dios, que es un Dios
personal, infinito y eterno, en cuya naturaleza única distinguimos tres
Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Ese Dios es Amor, y el Amor es la
relación dinámica entre las tres Personas. No son tres dioses, sino uno solo, y
ese es el misterio de la Trinidad divina.
Dios crea seres espirituales, que la tradición
llama ángeles, y seres materiales en sus tres reinos: mineral, vegetal y animal.
Pero crea, además, un ser que participa tanto del espíritu como de la materia,
porque está compuesto por un alma espiritual que anima un cuerpo material. Ese
ser es el hombre, creado a imagen y
semejanza de Dios y encargado por Él de colaborar en la terminación y buen fin
de la Creación, para lo cual Dios le dota de libertad, que es la marca –junto con su alma inmortal – de su creación
a imagen y semejanza de Dios.
Tanto el ángel como el hombre han sido creados libres, porque la libertad es la
cualidad esencial del espíritu, y esa libertad es radical, por lo que permite
incluso rebelarse contra el Creador, sin lo cual no sería verdadera libertad. Dios respeta absolutamente la libertad de sus
criaturas, incluso si ella implica su negación a servirle.
El ángel caído
pretende arrebatar a Dios su creación humana, para lo cual engaña al hombre, le
induce a la soberbia, haciendo brotar en él el afán de conocer el bien y el
mal, con la promesa de que eso le convertirá en Dios. El hombre cae en pecado
de soberbia y es también condenado por Dios, pero, a diferencia del ángel caído,
su condena no es irreparable, pues el hombre ha caído por engaño, y por eso
Dios deja abierta para él la puerta de la redención. Sin embargo, la naturaleza
del hombre queda dañada por el pecado de soberbia, el pecado original, y ese
daño se transmitirá a toda la estirpe humana, de modo que cada nueva alma
humana se une al cuerpo llevando consigo la marca del pecado original.
Pero el hombre sigue
siendo plenamente libre para distinguir el bien del mal y para optar por uno o
por otro, por lo cual es plenamente responsable de sus actos y de sus
consecuencias. Es el hombre quien da entrada al mal en su mundo, y será por
tanto también el hombre quien deberá expulsarlo de él. El mal no es creado ni
querido por Dios, sino que es producto de la libertad del hombre.
Entre tanto, el mundo, y
con él el hombre, queda sometido al dolor y a la muerte, que son las
consecuencias del mal. Pero el hombre, debilitado por el pecado, es incapaz por
sus propias fuerzas de enfrentarse al mal y vencerlo, por lo cual Dios le
confiere una ayuda, que es la gracia.
El estado de gracia es el
estado del hombre libre de pecado, sometido a la voluntad de Dios. Cuando el
hombre no acepta la gracia o su voluntad de mantenerla flaquea, sobreviene el
pecado, es decir, el sometimiento voluntario al mal. La vida del hombre es, por
tanto, una lucha permanente contra el mal, en la cual es auxiliado por la
gracia divina, que requiere de la voluntad del hombre.
Aunque ni siquiera
llevando una vida de estricto respeto a estos mandamientos sería posible para
el hombre alcanzar el bien infinito, es decir, Dios mismo, puesto que nada
impuro puede alcanzar a Dios, y el alma del hombre permanece impura por el pecado
original. Por ese motivo, Dios ha previsto el modo de limpiar esa impureza, el
goce eterno de Dios, y ese modo es la Redención.
Redimir significa comprar.
Por ello Dios se hace hombre y muere por nuestra libertad. Ofrece su
muerte a cambio de nuestra vida. La redención sólo es posible “a través de Su
sangre” (Colosenses 1:14). Para redimirnos, por tanto, Dios debe primero
encarnarse en una Virgen para hacerse hombre.
Dios escoge un pueblo para
su encarnación, el pueblo judío. Lo saca de la esclavitud y le da una Ley.
Suscita profetas cuando la Ley deja de cumplirse. Castiga a su pueblo cuando se
aparta de la Ley y vuelve a perdonarle cuando se arrepiente de ello. De ese
modo, durante generaciones y generaciones, se forma en el pueblo judío la
conciencia de ser el pueblo elegido que va a traer al mundo su salvación, y se
prepara el nacimiento de quien traerá al Salvador.
Jesús es, pues, Dios
verdadero y hombre verdadero, Si Jesús no fuese Dios, de nada hubiera valido su
sacrificio, y si no fuese hombre, el sacrificio no habría existido.
Israel no esperaba
un Mesías humilde, venido al mundo para sufrir y perdonar. Por eso no le
reconoció, a pesar de que así lo habían anunciado los profetas antiguos, el
“varón de dolores” de Isaías. No le reconoció y le llevó a la muerte.
Jesús sufrió y murió
verdaderamente, un sufrimiento atroz y una muerte terrible. Con su
resurrección, Jesús vence a la muerte; La muerte ya no tiene poder sobre el
hombre, porque el hombre puede pasar a través de ella a la Vida eterna. La
Resurrección es el hecho capital del
cristianismo. Sin Resurrección no hay cristianismo.
- Virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
- Virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Puesto que el camino hacia
el encuentro definitivo con Dios es difícil, dado que la Redención no elimina
el mal que hay en el mundo, ya que nosotros lo trajimos y nosotros debemos
echarlo, Jesús establece los medios
adecuados para ayudarnos a recorrer ese camino: Su Iglesia y los
Sacramentos
Ningún cristiano puede
despreciarlos diciendo: “Yo creo en Dios, pero no necesito para nada a la
Iglesia ni a los Sacramentos”. Esa actitud implica despreciar a Dios. No se
puede creer en Dios y despreciar sus obras.
Todo lo anterior se resume en los nueve primeros versos del CREDO
o verdades de FE de los Cristianos Católicos.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso.
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso.
Continuamos compartiendo
los últimos versos del CREDO:
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna.
La historia humana es en realidad una meta-historia, una
historia dirigida a un fin último sobrenatural. Es Dios quien dirige la
historia.
La primera venida de Cristo, con sus acciones en bien de
los más desfavorecidos de su tiempo, con su muerte y resurrección, es el centro
de la historia, el punto capital
alrededor del cual gira todo lo demás. Pero la historia tiene un desenlace, y
ese desenlace está marcado por la segunda venida de Cristo en gloria y
majestad: la Parusía.
Existe un paralelismo entre el destino
individual y el destino colectivo del hombre. El hombre individual muere, y como su alma es inmortal, sufre un juicio
que decide, en función de sus actos, su destino eterno. En la muerte individual, ese destino puede ser triple:
la gloria eterna, si el alma muere en
gracia de Dios; el purgatorio, si el alma no se ha liberado totalmente de sus
imperfecciones pero ha manifestado arrepentimiento y ha pedido perdón; el infierno, es decir, el alejamiento
total e irreversible de Dios, si la soberbia del hombre le ha impedido mostrar
arrepentimiento y voluntariamente se ha negado a pedir el perdón de Dios. El
purgatorio es un destino temporal, en el que el alma se libera de sus
imperfecciones para poder acceder al goce eterno de Dios.
Además de la gracia que
Dios otorga gratuitamente a través de los Sacramentos, el hombre cuenta con la solidaridad de todos los
miembros del Cuerpo Místico. Esa solidaridad es la comunión de los
santos. Todos los miembros del Cuerpo
Místico, vivos o muertos, o mejor dicho, vivos en el mundo o vivos en la Vida eterna,
participan de esa solidaridad.
Siendo todos miembros del
mismo Cuerpo, todos podemos hacer algo por los demás: la oración y el
sacrificio de los vivos obtiene beneficios para otros vivos y para los que
esperan en el purgatorio; la oración de las almas del purgatorio o de los
santos en la vida eterna obtiene beneficios para los vivos. El poder de la oración es inmenso, y orar o
sacrificarse por los demás es la más elevada forma de la caridad.
Los justos entrarán en la gloria en cuerpo y alma, junto con toda la creación redimida. Los réprobos serán también condenados en cuerpo y alma, en espíritu y materia.
Pero antes de ese desenlace sucederán muchas cosas. Decíamos que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. Cristo es su Cabeza, y todos los demás somos sus miembros. Pero sucede que siempre el cuerpo debe pasar por donde ha pasado la cabeza. Puesto que Cristo, la Cabeza, ha pasado por la pasión y la muerte para llegar a la resurrección, también el Cuerpo, es decir, toda la Iglesia.
Antes de ese Día terrible
de la Justicia llega el Día de la Misericordia, en el que Dios pone todos los
medios, especialmente a través de Su Madre. Desde 1830 la Madre de Dios se ha aparecido decenas de
veces por todo el mundo, dejándonos su mensaje: arrepentimiento, conversión,
oración, para evitar grandes males. Sus últimas apariciones en Medjugorje ya hace 33 años, nos advierte: “estáis
viviendo un tiempo de gracia mientras permanezco con vosotros”, “deseo que
comprendáis la gravedad de la situación y que gran parte de lo que suceda
depende de vuestra oración”.
Por el ayuno y la oración se pueden detener las
guerras, se pueden suspender las leyes de la naturaleza. La caridad no puede
reemplazar al ayuno (…)” (21/7/1982)
“(…) La oración de un solo rosario puede hacer milagros en el mundo y en vuestras vidas (…)” (25/1/1991)
… y ante todo estas palabras de Cristo a santa
Faustina Kowalska:
“(…) cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia. Quien confía en Mi misericordia no perecerá, porque todos sus asuntos son Míos y los enemigos se estrellarán a los pies de Mi escabel”.
“(…) La oración de un solo rosario puede hacer milagros en el mundo y en vuestras vidas (…)” (25/1/1991)
“(…) cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia. Quien confía en Mi misericordia no perecerá, porque todos sus asuntos son Míos y los enemigos se estrellarán a los pies de Mi escabel”.
Para obtener este milagro
no hay que hacer una peregrinación lejana ni celebrar rito exterior alguno,
sino que basta acercarse con fe a los pies de Mi Madre y confesarle con fe la
propia miseria, y el milagro de la misericordia de Dios se manifestará en toda
su plenitud.”
Por: Pedro Abelló | Fuente: Salvador Casadevall
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